sábado, 18 de septiembre de 2010
Escuela para Sordos en Madryn
Cuando llegamos Natalia (la profe que había participado del taller de recursos lúdicos) nos abrió la puerta. Algunos de los chicos estaban jugando juegos de mesa en el patio, otros en otros lados, como una especie de momento libre. Pusimos una silla para cada uno y comenzamos la actividad. No sabíamos si era necesario que Natalia haga la traducción en señas, o nos iban a entender. Les preguntamos si tenían ganas de jugar y enseguida todos empezaron a mover el dedo meñique sobre la cara (que quiere decir que si) e incluso uno le agarró la cara a Naty para que lo vea que estaba haciendo la seña exageradamente. Comenzamos jugando a la ola de sillas, casi no hicieron falta las señas. Enseguida el cuerpo habla y se entiende. Así que nos divertimos mucho con eso. Luego jugamos también un juego de las sillas cooperativo, porque ellos nos contaron que jugaban al juego de las sillas. Entonces propusimos el cooperativo y les costó un poco salir de la lógica anterior pero después de un par de vueltas, lo entendieron y se hacían lugar para que entren todos. Un lujo. Después jugamos al átomo (también llamado molécula o viento) en el que se agarran todos bien fuerte y nosotros los tenemos que separar tirando de sus piernas. Lo hicieron genial, a pesar de que al estar tan cerca, les acoplaban los audífonos. También jugamos a la escondida con las telas. No éramos conscientes de lo difícil que era para ellos que nos pudieran ver, porque como no tienen el sentido del oído, quedaban casi aislados. Y nos llamó la atención que cada uno tiene un nombre en seña acortado. Para no deletrear cada uno de los nombres, hacen la seña de la inicial y un movimiento más. Estuvimos mucho más tiempo de lo que habíamos pensado. Y cerramos con una caricia de tela para relajar un poco ya que estaban bastante exaltados.
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